Historia:
Situado entre formaciones rocosas y profundos barrancos, La Hoz de la Vieja se abre paso en un entorno montañoso de gran belleza. Su casco urbano se despliega a los pies de una antigua torre fortaleza, donde serpentean calles empinadas que realzan el carácter singular del lugar.
Una de las joyas de la localidad es la iglesia dedicada a la Virgen de las Nieves. De estilo gótico y construida entre finales del siglo XV y comienzos del XVI, se alza majestuosa en la Plaza Mayor. El edificio, de mampostería y una sola nave, alberga la capilla del Santo Cristo, añadida en el siglo XIX.
Otro edificio de interés es la ermita de Santa Ana, actualmente en estado de abandono. De planta cuadrangular y cubierta a dos aguas, se ubica en un altozano al oeste del pueblo, custodiando simbólicamente la entrada frente al castillo.
Entre los vestigios históricos destaca la torre del antiguo castillo, una construcción del siglo XIV que se mantiene en sorprendente buen estado. Además, es posible visitar el Alfar Árabe, la Tejería y el Molino Bajo, ubicado a 4 kilómetros, donde una espectacular cascada natural completa el recorrido con un toque paisajístico único.
La antigua casa consistorial también merece una visita: un edificio de tres plantas situado en la Plaza Mayor, justo frente a la iglesia.
Uno de los emblemas del pueblo es su antiguo horno de leña del siglo XIX, en funcionamiento hasta la década de 1950. Desde el año 2000, este espacio ha sido reconvertido en el Museo del Pan. En su interior se pueden ver antiguas fotografías, utensilios tradicionales, un montaje audiovisual y dos exposiciones permanentes —una sobre flora autóctona y otra de imágenes históricas—. Las visitas guiadas, de entre 30 y 40 minutos, permiten sumergirse en las raíces panaderas de la localidad.
Un hallazgo reciente ha puesto a La Hoz en el mapa del patrimonio arqueológico: las pinturas rupestres del “Abrigo del Rincón de la Zorra”. Ocultas durante milenios, hoy pueden ser admiradas por los visitantes, formando parte del conjunto de arte Levantino peninsular.
Los orígenes de La Hoz de la Vieja se remontan a tiempos prehistóricos. Las pinturas rupestres descubiertas en el «Rincón de la Zorra» sugieren la existencia de un asentamiento en torno al 5.000 a.C., habitado por comunidades dedicadas a la caza y la ganadería.
Ya en el siglo III a.C., se estableció un poblado íbero en el paraje del Pozuelo, al final del camino de «Madreras». Este asentamiento fortificado conserva aún las bases de sus estructuras y algunas columnas de los pórticos de entrada, lo que lo convierte en el primer vestigio de vida establecida en la zona.
En 1363, en plena guerra entre Castilla y Aragón (1356-1375), se erige el castillo actual. Fue construido por los vecinos con el objetivo de evitar seguir pagando tributo al señorío de Montalbán, marcando un hito en la historia de la independencia local.
La tradición culinaria de La Hoz también forma parte de su identidad. Destacan el somarro, carne de oveja o cabra curada al aire; el mostillo, elaborado con agua de miel o vino, frutas y almendras; y la sopeta, una deliciosa combinación de pan remojado en vino tinto con azúcar.
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