Alcaine

Patrimonio:

Alcaine, un pintoresco pueblo que se encuentra en la cola del embalse de Cueva Foradada, se sitúa entre los ríos Martín y Radón, adaptándose con elegancia al relieve rocoso que lo rodea. La localidad se erige sobre una cresta caliza, lo que da lugar a una singular belleza natural que cautiva a quienes la visitan.

Las casas de Alcaine se agrupan en estrechas y empinadas callejuelas, que se adaptan con precisión a las curvas de nivel del terreno. Estas calles serpentean entre cortados rocosos y vertiginosos precipicios, ascendiendo a lo largo de 100 metros de altura, lo que otorga al lugar un encanto único e impresionante. El pueblo se encuentra en la confluencia de los ríos Martín y Radón, justo en la cola del embalse de Cueva Foradada, un embalse que fue construido entre 1903 y 1926.

La historia de Alcaine es rica y variada: en 1965, el abrigo de La Cañada de Marco fue el primer sitio en ser descubierto con pinturas rupestres relacionadas con el río Martín. Además, se sabe que la zona fue ocupada por los íberos, como se evidencia en El Cabezo de la Ermita.

En tiempos medievales, la fortaleza de Alcaine, con sus once torreones, y la muralla construida en 1263, tenían como misión controlar la vía que unía Híjar con Montalbán. A lo largo de su historia, Alcaine también ha sido escenario de momentos clave. Durante la Guerra de la Independencia, fue ocupada por las tropas francesas. Más tarde, en la Guerra Civil Española, el pueblo se convirtió en un punto estratégico para el ejército republicano, que lo utilizó como centro logístico.

La gastronomía de Alcaine es otro de sus atractivos, destacando especialmente los tradicionales buñuelos de miel, un dulce delicioso que forma parte de la identidad culinaria local.

Leyenda: En tiempos inmemoriales, gobernaba un señor de la guerra que tenía

sometidos a sus súbditos bajo un régimen de terror. No contento con los abusivos impuestos que recaudaba, tenía un ejército de bandoleros que asaltaban a cuantos caminantes y caravanas llegaban a sus dominios. Sus tesoros se iban amontonando en una cueva con seis pasadizos secretos llenos de trampas para evitar que nadie entrara. Un día cometió un terrible error: mandó asesinar al hijo de un mago que vivía en los alrededores. La venganza del hechicero no se hizo esperar. Con una serie de artimañas logró introducirse con el tirano en el interior de la gruta que albergaba sus tesoros, e invocando sus poderes, derrumbó la cueva, quedando sepultados los dos para siempre.

Antes de esto, el mago había asegurado a los vecinos que el tesoro sería suyo cuando más lo necesitaran. Después del derrumbamiento, los vecinos buscaron sin descanso el prometido tesoro, pero no lo encontraron jamás. Con los siglos llegó la sequía y el hambre, y la historia fue cayendo en el olvido hasta que un día una doncella recibió, en sueños, la visita del mago. Al alba, salió hacia la montaña, encendió seis fuegos y golpeó la piedra donde el mago le había indicado. Entonces se cumplió la promesa del hechicero y de la montaña brotó el mayor de los tesoros, un caudaloso río que llevó la prosperidad al pueblo. Allí se construyó un castillo con seis torreones que llamaron Arcayne, el arca de las fuentes brillantes.